Domingo, 30 de enero de 2005 Actualizado a las 01:27
LAS COSAS DE LA VIDA… EN PALMA
‘Mobbing’: una forma sutil de violencia
60.000 ciudadanos de Baleares sufren acoso moral en el trabajo, una práctica que puede afectar a la salud mental de la víctima
DOWGLAS REYES
PALMA.-Ir a trabajar puede convertirse en un auténtico calvario para aquellas personas que padecen acoso moral o psicológico en el trabajo, fenómeno popularmente conocido como mobbing y del que cada vez se registran más casos.
Según los expertos, un 15% de la población española activa sufre algún tipo de acoso laboral, lo que en el caso de Baleares se traduce en unas 60.000 personas, de acuerdo a una extrapolación realizada por el Colegio de Psicólogos de Baleares, a partir de los datos del Barómetro Cisneros de la Universidad de Alcalá de Henares.
La palabra mobbing deriva del verbo inglés «To mob» (atacar con violencia) prestado de la Etología, donde fue introducido por Konrad Lorenz para referirse al comportamiento agresivo de algunas especies de pájaros contra sus contendientes.
La primera persona que estudió el mobbing como violencia psicológica en el sitio de trabajo fue el psicólogo alemán Heinz Leymann, quien en el año 1986 describió en un libro las consecuencias, sobre todo en la esfera psíquica, de las personas expuestas a un comportamiento hostil y prolongado en el tiempo por parte de los superiores o compañeros de trabajo.
Los estudios que han seguido la línea de trabajo de Leymann coinciden en que las víctimas del acoso laboral suelen ser personas con un elevado sentido de la ética, capacitadas para su trabajo y con iniciativa, mientras que los acosadores se caracterizan por no tener sentido de la culpa, no ser trabajadores eficaces y por buscar constantemente el respaldo de la dirección de la empresa.
La envidia
«El origen del acoso moral es la envidia. De ahí que sean los trabajadores más destacados los más afectados. Una propuesta de mejora hecha por un subordinado, podría generar este fenómeno. El superior cree que su subalterno quiere hacerle sombra e intenta hacerlo desaparecer a toda costa. Es en el terreno de la manipulación humana donde el agresor se siente fuerte; es el poder del mediocre», sentencia Ricardo Pérez-Accino, secretario de la Asociación No al Acoso Moral en el Trabajo en las Islas Baleares (Anamib).
Aunque en la mayoría de los casos predomina el mobbing vertical descendente, en el que el superior presiona y hostiga a su subordinado, también pueden darse casos de mobbing horizontal, esto es el acoso moral entre los compañeros de trabajo, o de vertical ascendente, en el cual varios empleados se unen para excluir a su jefe. Al fin y al cabo, el mobbing no es otra cosa que «un juego de poderes», resume Silvia Weimbaun, psicóloga de Anamib. Los síntomas de que se está padeciendo acoso laboral son evidentes. Un claro ejemplo, según los expertos, lo componen los ataques con medidas organizacionales: el superior limita las posibilidades de comunicación del trabajador, cambia su ubicación separándole de sus compañeros, no le asigna tareas o bien le encomienda trabajos degradantes o en contra de su conciencia, y juzga el trabajo que desempeña de manera ofensiva.
Los ataques, que pueden incluir agresiones verbales o violencia física, también pueden ir dirigidos a las relaciones sociales o a la vida privada del trabajador, acosando mediante terror telefónico, intentando que el acosado quede como un estúpido ante los demás o mofándose de sus gestos, su voz e incluso su nacionalidad.
Con todo, muchas veces las víctimas del acoso psicológico tardan en tomar conciencia de su situación. Según las conclusiones extraídas en las Jornadas de Educación Social sobre Mobbing que Amadib celebró el pasado mes de marzo, la persona que sufre mobbing «cree que está solo y que tiene la culpa; no sabe explicar lo que le pasa porque en ocasiones se trata de estrategias sutiles y ambiguas».
Durante estas jornadas, los especialistas también hicieron hincapié en que mujeres y jóvenes son los colectivos sociales más afectados por el acoso psicológico en el trabajo, «sobre todo porque el mobbing está estrechamente ligado a la precariedad laboral», y alertaron de las consecuencias físicas y psicológicas que puede desencadenar una situación de acoso prolongada.
Y es que el trabajador afectado puede experimentar sentimientos de ansiedad, apatía y problemas de concentración. Además, esta situación puede generar adicciones como drogodependencias y en casos extremos, depresión y trastornos paranoides o suicidas. A nivel físico, se pueden llegar a padecer desde dolores hasta trastornos funcionales, mientras que a nivel social es posible que el acosado empiece a mostrarse muy susceptible a la crítica, con actitudes de desconfianza, aislamiento e incluso agresividad.
Vía penal
Ante la Ley el mobbing es sólo una «vulneración de los derechos de los trabajadores», no un acto de violencia psicológica. Por lo que en la mayoría de los casos la víctima de mobbing tampoco puede resolver su problema por la vía penal. En este sentido, Pérez-Accino reclama la utilización de «la defensa legal de forma terapéutica, que después del juicio la persona afectada salga mejorada, no más hundida que antes».
«Una persona muy afectada se puede presentar delante de un juez y éste pensar que el del problema es él, no el empresario. El mobbing es un trato discriminatorio, una práctica sutil que resulta difícil demostrar porque hay que basarse en un conjunto de pruebas y no hay quien testifique a favor del acosado», explica Pérez Accino.
Claro que la solución tampoco pasa por ganar un pleito, admite por su parte la presidenta de la asociación No al Acoso Moral en el Trabajo en las Islas Baleares, Maria Girao. Puedes ganar un juicio y en tu trabajo continuar el acoso. De hecho, apunta Girao, «es frecuente que como consecuencia de la denuncia la cuestión se agrave y el trabajador se vea automaticamente expedientado, con los argumentos más curiosos: ha vulnerado el derecho y el honor de la persona acosadora».
Para combatir esta lacra social, surgió hace dos años la Asociación No al Acoso Moral en el Trabajo en las Islas Baleares (Anamib), con sede en el número 4 de la calle Martí Cuesta. Esta entidad atiende al año alrededor de 70 personas, prestando una serie de servicios que van, en palabras de su presidenta, «desde el simple hecho de hacerle visible el problema [el acoso moral] al afectado hasta acompañarle en cada uno de los trámites que supone la resolución de este tipo de situación: inspecciones laborales, médicas, entrevistas con los abogados, etc.».
Anamib, además, imparte semanalmente conferencias sobre diferentes aspectos relacionados con el mobbing. «En estas charlas, que ofrecemos cada lunes, se tocan temas jurídicos, sociológicos, psicológicos y médicos, a fin de proporcionar a los afectados los recursos necesarios para afrontar el acoso psicológico en el ámbito laboral», explica Girao.
La presidenta de Anamib lamenta que las administraciones no le apoyen en su lucha contra el acoso psicológico. Recuerda que esta cuestión tiene un coste social muy alto, ya que «las bajas más largas son por depresión, muchas de ellas por acoso moral en el trabajo, y eso lo estamos pagando todos». Según los miembros de Anamib, «el dinero destinado a estas cuestiones se mueve a través de los sindicatos y del Instituto de Salud Laboral de las Islas Baleares (Inslib), quedando nosotros al margen de estas ayudas».
«Estas personas realizan estudios, cursos de formación de profesionales, pero, que sepamos, no tienen área de atención a las víctimas de mobbing como nosotros. De hecho, los centros de salud nos derivan los casos de trastorno por acoso psicológico laboral. No deja de ser cachondo que sea quien tiene el dinero quien nos envíe a los afectados», razona la presidenta de Anamib.
EL MUNDO / EL DIA DE BALEARES