A
la salida del funeral había pasado la lluvia y ya no hacía
tanto frío en la calle, pero no se quedaba la gente fuera
saludándose como he visto otras veces dentro de la iglesia. Los de su familia, en
el primer banco, estaban más que tristes como cansados.
Tenían en sus caras más agotamiento que pena y desde luego
en este caso no se puede decir que haya sido una larga
enfermedad, bueno, al menos el final ha sido rápido. No
tengo confianza con ellos así que me he quitado del medio,
como he estado destinado fuera un tiempo… pero si he podido
ver que eran pocos los que de la oficina se han acercado al
pésame. Era curiosa la distribución en la iglesia, delante
la familia, después muchas filas de bancos con poca gente y
en los últimos del final algunos compañeros de trabajo,
pocos y separados. Dentro no han cruzado palabra, fuera
apenas unos gestos de despedida con la cabeza… y nada más.
Así damos la despedida a un compañero. ¡Que frío resulta todo
cuando lo ves desde fuera!
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La verdad es que hubiese
podido ir pero con el partido del chaval a la misma hora y a
falta de dos jornadas para ganar el campeonato, el crío no
me lo hubiera perdonado nunca. Eso de lo que me libro porque
¡anda que no está siendo desagradable esta historia!
¡joder! Mal ya se veía que iba a acabar, pero esta manera de
morir, ¡qué horror! Cuanto antes pasemos página mejor. Una
vez, cuando ya estaba mal me pidió ayuda, ¿Por qué no se la
pidió a sus amiguetes, a esos que andaban para dentro y para
fuera con él cuando estaba arriba?, si ellos no le ayudaron,
¿por qué iba a hacerlo yo? Nunca he sido nadie en la oficina
porque no he querido serlo, vivo muy bien lejos de toda esa
mierda que se cuece ahí adentro. He renunciado a todos los
laureles desde siempre precisamente por no entrar en guerras,
y viene este y me dice que si le firmo una declaración de no
se qué, que si lo están jodiendo, que si le ayude con su
lío, ¡venga ya hombre! Es verdad que él cuando era alguien,
hace tiempo, era buen tío y no me dejo tirado nunca, daba la
cara, ¿y de que le sirvió? Yo no seré tan popular pero no me
ha hecho nunca falta, ya me lo dijo mi padre hace muchos
años, no te metas en líos, no te hagas notar, fue cuando me
fui a la mili y es de los consejos que mejor he ido
entendiendo con los años, no sobresalgas, ni de los buenos
ni de los malos, tú del montón. Tendrá o no que ver, pero yo
hoy estoy aquí… el ya no está.
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Los demás no lo han reconocido nunca pero
yo sé que tuvieron tanto miedo como yo, aunque tampoco yo lo
dije, la verdad . Parece que pronunciar la palabra miedo
hace que se dispare aun más el temor. Bueno una vez sí que
se lo dije a él, solo a él lo he contado: tengo miedo que me
hagan lo que a ti, le dije, algún día cometeré un error y él
me estará esperando. Fue cuando aún pedía ayuda a algunos,
luego se dejó, y después empezaron los fantasmas en su
cabeza, las locuras. Aún recuerdo cuando la cagué, muchos años
antes, cómo me echó una mano, se la jugó y yo salí del
trago… y ni siquiera me volvió nunca a hablar de aquello.
Chaval has muerto solo y loco, pero yo sí me acordaré de ti
aunque no lo diga a nadie.
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¡Huy pero cómo se me ha
hecho tan tarde! Y es que con lo del Corty y la compra del
viernes se me ha pasado la tarde en un pis pas. La verdad es
que si me cogiera un taxi aún llegaba a la iglesia pero
total, para lo que va a haber allí casi que me ahorro el
trago, porque ¡hijo mío! vaya unos días que llevamos con
esta historia, a ver si termina de una vez que no puedo ni
concentrarme en otra cosa…Tampoco se notará si estoy o no,
entre que habrá mucha gente y entre que no estará el evento
como para hacer sociales, ni se darán cuenta. No soy tan
importante como para que me echen de menos.
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No se debe hablar mal de
los muertos pero la verdad es que el muy cabrón bien me la
jugó. Yo era aquí el number one y tuvo que venir este menda,
a joderlo todo, con esos aires de suficiencia, de experto de
currao en todas las batallas, pues mira en esta ultima te
has quedao, al final no eras ni tan experto ni tan duro ni
nada de nada, al final el tiempo pone todo en su sitio,
siempre lo he dicho. ¿De que te han servido tus méritos, y
tu amplísima experiencia, y tus cursos de formación y tu
menciones y tus honores y tus gilipolleces todas… pues de
nada, no te han servido de nada, porque aquí, que te enteres,
no vale nada de eso, aquí hay que saber moverse, eso que a
ti no te habían enseñado, ¡claro!, con tantas cosas que
hacías en tus tiempos no tuviste ocasión de aprender lo
básico muchacho, que la vida es astucia, zorrería y saber
aprovechar el momento, más vale llegar a tiempo que rondar
un año… y saber el árbol al que hay que arrimarse porque
cuando se es “tan bueno como tú”, como no te hace falta
ningún árbol gordo pues claro, cuando llega el huracán, los
que somos más vulgaritos pero sabemos buscar la sombra
adecuada y esperar, pues mira, nos toca enterraros a
vosotros, tíos listos. Cuando vino el nuevo jefe lo ví
claro como de manual, a este lo van a poner mirando para
poniente y mira si te puso, y ¿dónde estaban entonces tus
acólitos, tu ejército de seguidores y tu ejemplar
rendimiento? Pues por el water ser fueron todos al mismo
sitio, eso es lo que duran aquí las relaciones y yo, sin
embargo, de nuevo bien considerado, otra vez, como nunca
debió dejar de ser, y mira yo no optimizo recursos, ni salgo
el los papeles, ni falta que me hace, le dejo al jefe que
aparezca en todo y a correr. ¿No es muy complicado verdad?,
pues al final eras un poco torpe muchacho porque yo no soy
un master del universo y mira… y... ¿sabes?, ya no vas a
aprender.
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¡Jo! ¡Que corte!, no he
sabido reaccionar… Me he quedado clavado y después ya media
vuelta y a fuera de la iglesia, ¡que cara me ha puesto! ¡qué
pasaría por aquella cabeza! ¿me habrá confundido con otro?
En realidad toda la familia estaba como rara. Tristes y
hundidos ya tocaba que estuviesen pero, no sé, había una
actitud como de perdonavidas y sin embargo yo creía que eran
gente más normal, hace años al menos lo eran cuando éramos
jóvenes y nos íbamos a hacer paellas por ahí y con los críos
pequeños a la playa. El tiempo nos pasa y nos cambia, vaya
si nos cambia, hoy para mí toda esa familia eran unos
desconocidos. Claro que las han tenido que pasar… llevaba ya
mucho tiempo mal, no era ya él desde hace al menos un año
primero engordó mucho, me acuerdo porque aún tomábamos cañas
juntos y lo decía: estas cañas me van todas a la barriga.
Después empezó a adelgazar, más y más, fue la época en que
nadie salía con él a desayunar, bueno ni a desayunar ni a
nada... con lo sociable que había
sido este hombre. …Y ese crío grande que me ha mirado así en
la iglesia y me ha dejado parado…, si era un bebé y me
quería mucho… pero hoy…, es como sí…, como si mirara al
culpable de la muerte de su padre… era odio lo que estaba
dibujado en su cara, a mí… no puede ser… no puede ser.
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Se pasó, no aguantó la
presión. Este mundo no está hecho para los blandos; y eso
que él fue de los más sólidos que he conocido, fue
consistente y serio, con la vida y con el trabajo, demasiado
serio fue con el trabajo en unos tiempos en los que esto ya
no va así. En fin, cambiaría o algo porque lo cierto es que
esto ha podio con él. Se lo dije hace mucho tiempo ya:
¡adáptate!, ¡adáptate!, olvida esos romanticismos anticuados
de que el trabajo se puede disfrutar, como si fuera una
afición, no hay ningún trabajo que sea un entretenimiento,
el sudor de la frente lo diseñó Dios no para que lo
disfrutásemos, aunque dudo que Dios contase con la selva en
que se ha convertido el nuestro. Parece como si la torre de
Babel se hubiese cambiado de capítulo en la Biblia y nos
hubiese tocado a nosotros, ya nadie se entiende con nadie.
Sí, disfrutamos de unos años buenos donde teníamos la
posibilidad de trabajar y gozar del curro, pero éramos
idealistas, jóvenes y generosos, aquello cambió, te lo dije,
ha cambiado, no quisiste hacerme caso y seguiste con tus
ideas de hacer las cosas bien. ¿Quién está interesado ahora
en hacer las cosas bien? te pusiste tú solo en el
disparadero, te lo dije ¡cambia!, ¡adáptate! y tú me decías,
no
quiero dejar de ser como soy, sé que este mar de confusión
de ahora no es la forma natural de trabajar, y así seguías y
seguías sin darte cuenta de que todo a tu alrededor iba
cambiando y alejándose de ti. Tu decías que eran ellos,
nosotros, los que nos íbamos, que tu estabas en el mismo
sitio, bueno y que, qué más da. Lo cierto es que tanto si
eras tú el que te ibas como si éramos los demás, la
distancia era cada vez más larga y eso sí era lo importante,
te quedaste solo. Vino el nuevo jefe, al principio observó y
un fulgor extraño brilló en sus ojos, no quisiste verlo,
hacías como que no te dabas cuenta pero tampoco te sirvió la
táctica, y después ocurrió, fue como si te hipnotizase,
todos hablaban con él, entraban y salían de su despacho,
incluso yo, tengo que admitirlo, pero no puedes reprocharme
nada, tú pudiste hablar con él, aclarar las cosas, hacerle
ver que no estabas contra sus ideas. Pero no lo hiciste.
Decías que contigo no hablaba, que no quería hablar, ¡pero
si hablaba con todos! Fue
cuando empezaron a correr los rumores,… sabía que no eran
ciertos que tu no eras aquel del que se hablaba a tus
espaldas, pero… la verdad es que tampoco los desmentí…,
nunca me arrepentiré bastante…, pero solo de eso, un pequeño
pecado de omisión… y tú, ¡¿por qué coño no te defendías?!,
era increíble, si hasta disculpabas al que te estaba
crucificando. Te creíste tu propio papel de redentor y al
que se mete a redentor, se le acaba crucificando.
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Hoy era el funeral. No
quiero pensar pero los retazos de vida se me vienen en
fotogramas sin pedir permiso. Hacía ya mucho que no
hablábamos, desde que lo descubrí. Pocas pistas me hicieron
falta para darme cuenta de lo que realmente estaba pasando.
Cuando tuve conciencia de la verdadera situación y pasaba de
él, me miraba como si no entendiese nada. ¿Cuánto tiempo me
hubiese seguido engañando? Si no llega a ser por la
reestructuración, si no llega a venir un nuevo un jefe que
me diera las pistas necesarias para saber que estaba jugando
conmigo a dos caras…? Tenía que haber una explicación para
todo aquella confusión de la época en que el nuevo jefe
vino, los despachos cerrados, las bajas, el rendimiento
cayó. La verdad es que le echaron la culpa de todo, eso sí
que hay que decirlo, pero ¿no fue muy sospechoso que todo se
enrareciera tanto con aquel relevo? Siempre se quejó de que
se le calumniaban, pero lo cierto es que cuando el río
suena… y sonaba constantemente… Debió de empezar con sus
desvaríos en aquellas fechas, seguramente no pudo soportar
que otro lo sustituyera, mucho orgullo. Pero nada explica
porqué me quiso perjudicar. Siempre me había llevado bien
con él, habíamos tenido una buena amistad, yo fui su mano
derecha durante mucho tiempo y trabajamos codo con codo y la
verdad es que daba gusto en aquella época en la que teníamos
todavía autonomía para llevar asuntos sin tantas trabas y
burocracia como ahora. Cuando ya empezó a mostrase agresivo
y deambulaba por las oficinas, fue cuando un día lo seguí
para ver donde se iba a desayunar, hacía tiempo que nadie ya
salía con él, fue un poco morboso, lo reconozco pero
confirmé que estaba trastornado, paseó con la mirada ausente
por entre la gente sin mirarlos siquiera, no entró en ningún bar, fue a la iglesia de la plaza y dio una vuelta por la
nave vacía, se sentó en la ultima fila pero no rezaba, solo
parecía como descansar con la mirada perdida por el fondo,
estaba como ido. Nunca le dije a nadie que lo había visto
así, aunque sé que otros también por aquella época lo veían
deambulando por muchos sitios siempre solo y siempre alejado
de la oficina. Yo no tuve nada que ver en su proceso de
locura, se creyó alguien y no pudo resistir darse cuenta que
no lo era.
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No ha tenido más que la
muerte que tenía que tener, la de un loco. Esto lo sabía yo
hace mucho, este tío era un fraude. Cuando llegué aquí todo
lo tenía patas parriba. En esta oficina no había control de
ningún tipo. Y tenía a la gente haciendo a todos de todo,
sin una mínima organización. He tenido que emplearme a fondo
en este tiempo en distribuir y sobre todo en controlar. Este
organigrama funcional que he impuesto me permite controlarlo
todo, antes o después todo pasa por mí. Ahora si que esto
empieza a estar como debe y no antes ¡Que desbarajuste
aquel! Aun recuerdo la resistencia de la gente al
principio, esa especie de respeto que querían hacer ver
hacia él, ¡que pronto se vio lo que daba de sí aquello!,
cuando le quité a su mano derecha y lo puse a hacer
pajaritas una temporada, luego lo puse a competir con su
amigo del alma en aquel proyecto que entonces estaba tan de moda, que poco les duró su maravillosa relación. Si sabré
yo lo que de verdad hay debajo de estos personajillos de
oficina. Luego traje a mi colaborador que siempre me ha sido
fiel, sabe cual es su sitio conmigo, no se lo tengo que
recordar a cada momento. Qué poco le duraron sus ínfulas,
qué pronto sus compañeros vieron lo que en realidad había y
quien era quien. Algunos durante un par de meses no
entendían el por qué no cobraban las gratificaciones de
producción, pero ¡amigo! Pronto lo entendieron. Si yo no le
puse ningún subordinado directo a sus órdenes no era para
que ellos siguieran haciéndose los amiguitos por los
pasillos. Yo sé lo que da de sí la amistad y lo que dura el
respeto, cuando tocas la cartera a la gente, los principios
se vuelven finales. A mi no me hace falta respeto, dame la
vara de medir sus honorarios y lo demás ya me lo hago yo.
¿Dónde estaba toda aquella dignidad y capacidad del
principio cuando quedó solo? Y el muy capullo aún seguía
intentando impresionarme con sus informes y con sus ideas
renovadoras. Cuanto tardó en enterarse de que a mí sus ideas
brillantes no me interesaban. Conforme pasaba el tiempo fue
quedando en lo que siempre ha sido sin un cargo, un don
nadie. ¡Por cierto! ¡Qué bien le sentaba ese vestido negro a la viuda...!
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Nunca entendió por qué me
presté a despachar directamente con el jefe cuando vino y él
quedó de lado. En este trabajo hay cosas que no se aprenden
en los cursos de formación. La vida, la vida es la que te da
las mejores lecciones. Fue el momento de colocarme y me
coloqué, no tenía nada contra él, al contrario, hasta me
caía bien y le reconocía todos sus méritos que los debía de
tener, no digo yo que no, pero aquí lo que vale es el día a
día y yo estuve ahí en el momento oportuno. Y demás no tiene nada
que ver con que yo sea el delegado de la asociación
profesional, eso lo dirán los trepas, tiene que ver con que
me entendí con el jefe mejor que los demás y sobre todo, que
me di cuenta antes que nadie que a él no lo podía ni ver. Yo no
tengo la culpa de eso ni de que ahora la plaza quede vacante
y sea yo el mejor posicionado para ocuparla, he metido mucho
tiempo y dedicación en estos años. Dicen que no se ha
rendido, que digan…, sigo siendo el artista de la
estadística y si hay que cambiar las cifras, se cambian y
punto; ya le buscaré yo las maneras. Eso nunca ha sido
problema y no lo va ser a hora.
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Verdaderamente que no se
qué pasa con el puñetero departamento ese, ahora ya lo que
faltaba, la prensa, ¡el escándalo! Para nosotros, oficina
de personal, esta es una imagen patética la que se está
dando de esta casa para la calle y cara a los demás
departamentos. Y menos mal que hemos conseguido que no
hicieran fotografías dentro del edificio, no nos faltaba más
que esta foto en los periódicos. Desde la ultima
reestructuración no hay más que problemas en ese
departamento, el absentismo es un escándalo, las broncas
entre compañeros, las zancadillas, y ahora esto. ¡Qué
barbaridad! ¡Qué imagen estamos dando! Pues va a ser verdad
lo que dice su jefe de todos ellos que son unos inútiles.
Por eso ha tenido que establecer los controles de entrada y
salida, y hasta de estancia; pero si incluso los horarios de
desayuno los ha tenido que organizar porque no eran capaces
de ponerse de acuerdo. La verdad es que este nuevo jefe al
menos ha conseguido llevarlos controlados, con las nuevas
aplicaciones informáticas que ha implementado sabe de ellos
hasta donde mean y con quien. Pero ni así rinden los
puñeteros, lo sé porque en la ultima reunión de dirección a
ese departamento no le salían las cuentas en los objetivos,
aunque también hay que decir que su jefe se explicó la mar
de bien cuando comentó las pegas que los demás le están
poniendo; por cierto que estos comentarios no cayeron
precisamente bien a los otros jefes de departamento, pero el jefazo estaba tomando
buena nota y por su cara… para mí que se estaba quedando con
la copla para poner a los otros al hilo en cuanto tenga
ocasión. ¡Qué capacidad de exposición y de convencimiento!
Para no salirle las cuentas, cómo se metió al jefazo en el
bolsillo, y claro… seguro que no tiene nada que ver que lo
agasaje permanentemente con esas saliditas golfas de los
jueves… ¡tomo nota!, ¡tomo nota!, ¡Al jefazo le gustan las
juergas… !
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He intentado decírselo al
del juzgado cuando ha venido. Con lo que me ha costado
esperar el momento para acercarme sin que me viera nadie con
la fregona en la mano, pero no ha servido de nada. Espero que
al menos no se enteren de que lo he intentado, me tienen que
renovar el contrato el mes que viene y están deseando meter
gente joven. Será ya la quinta renovación de seis meses en
seis meses, si no la cago. Yo le hubiera contado que este
hombre era una bella persona, que era el único que se
acordaba de preguntar por mi hijo pequeño cuando estuvo
ingresado. Que no hace tanto era él el que llevaba todo en esa
oficina y todos le reconocían, que estaba bien cuerdo y
nunca ha estado loco aunque al final lo pudiera parecer. Que
toda esta jauría lo ha ido arrinconando y que su único error
fue no tirar a alguno por la escalera al principio, cuanto
todo esto empezó hace dos años. Siempre tuvo unos minutos
para saludarme y yo, cuando ya el pobre estaba más tiempo
de baja que en activo, le regaba su maceta del despacho;
cuando aún lo tenía porque ya los últimos tiempos ni eso le
dejaron al pobre, hacía falta el espacio para la
reprografía, eso me dijo el mismo: son mas importantes las
fotocopias que yo, ¡fíjese, ¡fíjese! Voy a terminar esta
planta que si no la que acabaré mal seré yo, y no faltando
mucho. ¡Ay señor! ¿Se habrán dado cuenta que me he arrimado
al tío del juzgado?
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Uno más para mi cuenta
particular. En veintidós años ya de profesión cuantas
muertes de estas me ha tocado levantar…las píldoras…, los
saltos de puente…, las vías de tren…, los tiros en la boca; estos son los peores por la casquería. Y la cosa es que no
se llega uno a acostumbrar del todo nunca. Les he dicho a
los de la judicial que echaran un vistazo a su mesa de
trabajo, aunque por lo que me ha dicho su jefe, trabajar, lo
que se dice trabajar, ya no trabajaba el pobre desgraciado,
pero hay que adornar el informe. Por cierto que amable el
jefe de esta oficina, la verdad esto de ver que su
secretaria nos traía café a su despacho… hacía mucho que no
lo veía. Ahora que... ¿y lo de la señora esa de la limpieza
que me ha abordado como a escondidas en medio de la
escalera? ¡Tiene pelotas la cosa!, ¿pues no me quería
insinuar que había habido una inducción y que alguien había
presionado al tío…? Y me lo cuenta en mitad de la escalera y
con medias palabras, tapándose la boca con la fregona;
además ¡que no me quería entender la tía! que se lo he tenido que
decir en plata: señora, que un juez no recibe rumores a
mitad de una escalera. Vaya usted al juzgado de guardia y
hable allí con el oficial si tiene algo que decir y preste
declaración. Los jueces no hacen oídos a chismes. Pues
solo faltaría que fundamentáramos la justicia en los rumores
de la señora de la limpieza… es el colmo… capaz es la tía de
ir a prestar declaración y forzar una investigación de las
que no acaban nunca y que cuestan un pastón al contribuyente
y que además gastan el poco tiempo que tenemos los que sí
que trabajamos. Ya advertiré yo al oficial que si va le
ponga las pilas y le hable de la figura de la difamación.
Además la mujer esa me ha interrumpido cuando bajaba ya para
irme y contemplaba esa soberbia vidriera que da a la calle
principal desde la escalera, es abstracta, pero lo que me
llamaba más la atención era una sensación curiosa que
transmitía al superponerse la soga que colgaba por delante.
Al liberar la cuerda del cuerpo del ahorcado en medio del
hueco de la escalera principal donde colgaba, ha recuperado
su rigidez inicial con sus torceduras y vicios de almacén.
Ahora que caía irregular, remarcaba los contornos de los
cristales de colores que por detrás le hacían de telón de
fondo y le daban una configuración nueva, diferente a la
propia del vitral. En ese momento he sentido un déjà vu,
he percibido que esa nueva configuración de los cristales de
colores dada por la soga, ya la había visto antes en otro
lugar, en otro tiempo…¡me era tan familiar!... Pero,
volvamos a la realidad y a la rutina diaria. Resumen de este
asunto: archivado. La nota del suicida en su bolsillo, de su
puño y letra, sencilla y escueta no ofrece dudas:
Sr. Juez: no podrá
culpar a nadie de mi muerte.
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